No me gusta planear, odio hacer planes. Por eso llevo meses y meses trabajando mi «marca personal» y no he pasado del primer paso que es (según los «guruses» de internet) hacer un plan de negocio. Tampoco me gustan las sorpresas, soy más de improvisar. Por eso cada vez que íbamos de vacaciones con Sofia y Ricardo la teníamos. Y es que ellos son de «hemos pensado…» y seguidamente relataban con todo lujo de detalles lo que teníamos que hacer, minuto a minuto, que para eso digo yo que mejor quedarse en casa. Si ya sabes todo, todito lo que vas a hacer, mejor quédate en casa y ahórrate el esfuerzo. Que no me parece mal que los demás planifiquen, pero sí que me incluyan en los planes.
Y es que siempre he tenido muy presente lo de la «fugacidad de la existencia». Creo que debe ser genético, ya mi abuelo pensaba mucho en la muerte. Así que, ¿para qué planear, si no sabes de cuánto tiempo dispones?. ¿Y qué harías si fuera tu último día?, se suele preguntar; pues yo lo tengo claro, me iría a casa con los míos, me tomaría un té y le daría unos palos de gominola a mis perros.
Un abrazo muy grande a la Requete, la vida es tremendamente injusta, casi siempre.
Bergwoolf 
Completamente de acuerdo.